Los datos, los nuevos mediadores de nuestra realidad

 Los datos, los nuevos mediadores de nuestra realidad

Por Fernando Sclavo, Enterprise Architect,

y Hernán Petitti,

Technology Technology Advisor at Ingenia

Desde sus inicios, la tecnología viene facilitando la forma en la que trabajamos con la información que generamos a diario.

Históricamente el procesamiento de información fue computacionalmente costoso, dado que las tecnologías aún no habían alcanzado la madurez suficiente. Pero esta situación encontró su punto de inflexión hace alrededor de una década, gracias al abaratamiento de la infraestructura necesaria y al surgimiento y evolución de las tecnologías que nos permitieron trabajar con datos complejos y de gran volumen. Estos avances sirvieron de fundación para lo que hoy conocemos como Big Data, y para su especialización en las más avanzadas tecnologías actuales, como Inteligencia Artificial, Machine Learning y Deep Learning.

Pero Big Data no solo es sinónimo de un gran volumen de datos, sino que también aplica a cuándo hablamos de datos difíciles de manejar por la estructura compleja que presentan y porque, a veces, son heterogéneos y con formatos diversos. La madurez que alcanzaron las tecnologías de Big Data derivó en que no se encuentren solo en los centros de cómputo o las grandes nubes (al alcance de todos): también están disponibles en los celulares que tenemos en el bolsillo.

Aunque no nos demos cuenta y no seamos conscientes, generamos constantemente información que afecta y cambia la realidad. A modo de ejemplo: cuándo nos atascamos en un embotellamiento nuestros teléfonos celulares están transmitiendo que nuestra velocidad es menor a la esperada y que a todos los autos alrededor nos sucede lo mismo, esto permite a los algoritmos de ruteo detectar el incidente y desviar a otras personas por caminos alternativos para evitar el atasco.

A su vez, en un proceso con alguna analogía al refinamiento del petróleo o minería (de aquí el concepto de “data mining”) esos datos son almacenados y procesados repetidamente para generar nueva información con mayor valor. El desafío, entonces, se centra en poder identificar todas las fuentes de datos y metadatos que hay, determinar qué mezclas o cruces de datos se pueden hacer y qué insights se podrían obtener, de manera que resulten de utilidad para los negocios o clientes.

Por otra parte, cuando hablamos de datos, no solamente hablamos de tecnología, sino también de temas regulatorios, de sensibilidad, de confidencialidad y de riesgo, porque los datos terminan siendo activos, en muchos casos personales. Se encuentran alcanzados por marcos regulatorios y normas que permiten asegurar su protección y privacidad, a la vez que brindan disrupción e información de altísimo valor para los negocios, por lo que su gobierno es complejo a la vez que imprescindible.

La tecnología de Big Data está muy madura, y hoy fácilmente se pueden analizar comportamientos a través de la aplicación y análisis de los datos mediante el uso de Machine Learning o Inteligencia Artificial, comprendiendo por ejemplo la emocionalidad de compra de un cliente y detectar así una gran variedad de patrones, como horarios, tipos de compra, etc. En resumen, se trata de entender cómo se puede construir un modelo que represente nuestra realidad, que persiga el valor a través de la generación de información desde los datos y que finalmente nos permita tomar decisiones adecuadas (incluso en tiempo real) con la información que disponemos.

Se suele asociar el concepto de “datos” con cuestiones relacionadas con la analítica o descriptivas; aunque la realidad es que, cuando hablamos de Big Data, nos referimos a un concepto muchísimo más amplio, que abarca la forma en la que la tecnología transforma cómo los seres humanos interactuamos con la realidad y cómo la modelamos para digitalizarla.

Lo que en algún momento fue ciencia ficción hoy lo podemos materializar y las experiencias reales y digitales se entrecruzan: tecnologías como realidad virtual y aumentada, generación y reconocimiento de voz e incluso generación de expresiones artísticas como plástica o música, existen hoy gracias a tecnologías
montadas sobre plataformas digitales de Big Data.

Estamos utilizando máquinas para procesar la información de un modo inspirado en el cerebro humano y su contexto y hemos alcanzado el punto donde ciertos productos generados por computadora nos resultan indistinguibles de aquellos generados por personas, y donde solo otra computadora es capaz de diferenciarlos: esto nos evidencia que apenas estamos empezando a comprender la revolución que tenemos por delante, y que seguramente tendrá también implicancias sociales.

Colaborador

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